Locus interno o externo: el surfer y el origen de mi estrés

En mi experiencia con el coaching, gran parte de nuestros sufrimientos vienen del manejo inefectivo de nuestro locus de control. ¿Qué significa esto? Significa de dónde creemos que provienen las causas de lo que nos pasa en la vida y cómo podemos influir en ellas. ¿Nos sentimos responsables y capaces de cambiar nuestra realidad, o nos sentimos víctimas y dependientes de factores externos?
El locus de control es un término que acuñó el psicólogo Julian B. Rotter en 1966, como parte de su Teoría del Aprendizaje Social. Según esta teoría, el locus de control es un rasgo de personalidad que determina cómo percibimos y afrontamos las situaciones que nos generan estrés.
El estrés es una reacción física y emocional que se produce cuando sentimos que hay una amenaza o un desafío para nuestro bienestar. El estrés puede ser positivo o negativo, dependiendo de cómo lo manejemos. Y aquí es donde entra en juego el locus de control.
Si tenemos un locus de control interno, creemos que tenemos el poder y la capacidad para modificar las circunstancias que nos causan estrés, mediante nuestro esfuerzo, nuestras decisiones y nuestras acciones. Así, nos sentimos más seguros, confiados y optimistas, y podemos afrontar el estrés con más recursos y posibilidades.
Si tenemos un locus de control externo, creemos que lo que nos pasa está determinado por factores ajenos a nosotros, como la suerte, el destino, la voluntad de otros o las fuerzas superiores. Así, nos sentimos más impotentes, ansiosos y pesimistas, y podemos sufrir más el estrés y sus consecuencias negativas.
¿Cómo podemos desarrollar un locus de control interno? Hay algunas estrategias que nos pueden ayudar, como:
– Reconocer nuestros logros y nuestras fortalezas, y valorarnos por lo que somos y no por lo que dicen los demás.
– Asumir la responsabilidad de nuestras acciones y sus consecuencias, sin culpar a otros ni a las circunstancias.
– Establecer metas claras y realistas, y trabajar para alcanzarlas con determinación y perseverancia.
– Buscar soluciones creativas y alternativas ante los problemas, sin rendirnos ni desanimarnos.
– Aprender de nuestros errores y de nuestros fracasos, sin castigarnos ni juzgarnos.
– Pedir ayuda cuando la necesitamos, sin sentirnos débiles ni dependientes.
Una analogía que puede ilustrar el locus de control externo o interno es la del surfista. El surfista sabe que no puede controlar el mar, las olas, el viento o el clima. Estos son factores externos que escapan a su influencia. Sin embargo, el surfista no se queda en la orilla lamentándose o esperando que las condiciones sean perfectas. El surfista se adapta a lo que el mar le ofrece y aprovecha lo mejor que puede las oportunidades que se le presentan. El surfista tiene un locus de control interno, porque se enfoca en lo que sí puede controlar: su actitud, su habilidad, su preparación y su diversión. El surfista disfruta del desafío y de la experiencia, sin dejarse abrumar por lo que no puede cambiar.
Con un locus de control interno, podremos vivir con más seguridad y tranquilidad, y enfrentar el estrés con más recursos y posibilidades. ¿Qué opinan ustedes? ¿Qué tipo de locus tienen? Los invito a reflexionar sobre esto y a compartir sus opiniones. Gracias por leerme. Hasta la próxima.
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